Falleció Juan Carlos Cáceres,
un difusor del Tango Negro
Juan Carlos Cáceres revelo esas raíces negras del tango que siempre
tuvo, pero ante tanto blanco y tanto blanqueo, gris quedó. Hasta que este Juan,
desde otras latitudes, lo reveló (en todos los sentidos posibles de la
palabra).
Cuando el barro se sublevó y lo que Cáceres
nos dejó: el TANGÓ
El día 6 de
abril falleció Juan Carlos Cáceres: Pianista, trombonista, pintor e historiador
del arte. Radicado en París en 1968; vaya año para radicarse justamente en el
barrio latino de parís, donde las revueltas sociales sobrevolaban la ciudad, el
estado era de incertidumbre y de rebelión, y Cáceres no pudo más que quedarse.
Más que un revolucionario lo llamaríamos un revelador.
Este peculiar
músico rioplatense vivía desde hace muchos años en París. “Había ido a trabajar con una vedette francesa, como músico. A la tarde
me fui a ensayar en medio del quilombo. Más tarde cerraron las fronteras. París
era realmente una fiesta, porque había barricadas; también los conciertos en
las calles, edificios públicos con banderas negras, una gran época”,
recordaba Cáceres.
Haberse
radicado en Paris en esta época ayudó a que aflore todo su bagaje artístico
interdisciplinario. Además de músico era pintor y artista plástico. “En pintura y en otras expresiones
culturales empecé atraído por la modernidad, el arte abstracto, el teatro de
vanguardia. París era La Meca. Miró, Picasso, Kandinsky me pegaron primero, y
después descubrí lo clásico. Con el tango se dio distinto, porque era la música
de mi familia. Pero no hay conflicto. Siempre fui un tipo ecléctico y
polivalente. Puedo tocar tango y escuchar música contemporánea. En relación con
la plástica, vengo del arte abstracto, lo que encontré para hacer simbiosis con
la música es el expresionismo, que se emparienta con el tango, en formas y
colores”, comparaba sus pasiones.
Esta
polivalencia, sumada a su formación como músico de jazz, le dio a Cáceres la
posibilidad de re-explorar diferentes géneros musicales y combinarlos para terminar
creando algo nuevo con sabor a viejo. Un sabor que parecía ya extinto en el
tango; diría sabor a tangó. Extraña mezcla de tango, milonga, candombe y murga
termina por dar algo nuevo y tradicionalmente rioplatense: algo postmoderno sin
proponérselo; algo revelador. Así lo supieron entender los que lo admiraban y
los que trabajaron con él. “Quedamos
huérfanos de un padre musical y cultural como investigador, músico y difusor.
Ha dejado una muy buena familia”, lamentó sobre su muerte Ariel Prat, (afroargentino),
su gran admirador y amigo.
Caceres nació cerca
del, hoy entubado, arroyo Maldonado y la calle Nazca: barrio porteño fabril;
inevitablemente gris. Un gris que viró a negro: tango negro. Juan Carlos Cáceres
revelo esas raíces negras del tango que siempre tuvo, pero ante tanto blanco y
tanto blanqueo, gris quedó. Hasta que este Juan, desde otras latitudes, lo
reveló (en todos los sentidos posibles de la palabra).
Cáceres se fue
pero nos dejó raíces profundas en el
plata a los que quedamos. Nos deja el desafío de ver qué hacemos con la
obra de este tremendo artista que será por mucho contemporáneo, y nos deja el
compromiso de seguir hurgando en esas raíces de la música popular de nuestra
región. La historia nos debe a tod@s una segunda vuelta sobre los orígenes del
tango y Cáceres empezó a darla de manera notable haciendo una exquisita música
que se vuelve una clase de historia desenterrada del fondo del rio; del hondo
bajo fondo donde el barro se subleva.
“Es una teoría que no defiendo a toda costa
–advertía–. Sólo que para mí es evidente, desde una lógica musical, que en el
origen del tango hubo tres aportes afro decisivos: el originario del Río de la
Plata, que es el candombe; el procedente de Cuba, que es la contradanza europea
convertida en habanera, y la milonga, oriunda del Brasil, traída por los
soldados del ejército de Urquiza, y que con el tiempo llegaría a las orillas de
Buenos Aires. Los tres elementos se refundirán en el tango. Luego éste recibirá
otros aportes de la inmigración, hasta transformarse en el primer fruto musical
de sincretismo. Buenos Aires era el último puerto del mundo: los artistas y los
marinos llegaban a ella con toda la música recogida en los puertos del
trayecto. Y la larga estadía de los barcos en cada puerto daba tiempo para el
contacto y el intercambio con los habitantes.”
Desde la
Agrupación Xangó le decimos adiós a este
impactante músico y brillante artista que nos motiva a diario con su obra a
seguir este camino hacia las raíces de nuestros orígenes, y de reconocernos en
toda nuestra plenitud cultural. Camino que, como Cáceres mostró, no lleva sino
a nuevos horizontes que prometen y mucho. Adiós a este artista rioplatense y a
este luchador cultural. La comunidad Afrodescendiente de Argentina agradece su
arte y se compromete a seguir este camino que religó de manera tan sutil para
que vuelva a sonar nuestro río: marrón como es.
“Es que a partir del momento en que uno toma conciencia de los valores
de su identidad, recreando los valores del pasado, pero no como piezas de un
museo sino desde el punto de vista didáctico, podemos progresar, desarrollar
nuestra propia identidad musical. Y eso nos falta”. J.C.Cáceres.
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